UNA MAÑANA VIOLENTA
- Celia García Castilla
- 2 abr 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 3 abr 2019
Una mañana, cuando estaba embarazada de mi niña, fui una cita médica para que me pusieran la vacuna de la gripe.
En la sala de espera empecé a angustiarme, porque cuando me pillé el dedo con una ventana me pusieron la vacuna del tétanos y me desmayé.
Me iba poniendo cada vez más nerviosa esperando mi turno y empezaba a perder el control sobre mis emociones. Sonó el zumbido del contador de turnos como el camión que atrona con el claxon al ciervo pasmado ante sus faros. Casi ahogué un grito. Se acercaba el momento...
Huí. Me di a la fuga.
Embargada por el nerviosismo, arrebatada, fui corriendo a comprar una mesa camilla, la más cara, de bordes redondeados con enaguas de las buenas.
Llegué a casa y me comí cuatro tostadas seguidas. La última de carne de membrillo y queso.

Comentários