UNA MAÑANA FRACTAL
- Celia García Castilla
- 25 abr 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 7 may 2023
Una mañana, pocas semanas antes de dar a luz, estaba sentada en el sofá junto a mi marido y nos dimos un abrazo. Fue un instante que a mí me pareció tan inmenso como efímero, con una dimensión inabarcable por enorme o por pequeña, quizás como el presente mismo.
Mientras permanecimos así acurrucados sentía que él me abrazaba a mí, al niño dentro de mí y a ambos; que yo lo abrazaba a él, al niño, a mí misma y a los tres; que el niño nos abrazaba también a cada uno por separado y a los dos a un tiempo. Que aquella multiplicidad contradictoria de abrazos sólo podía superarse si se consideraba que, pese a las individualidades, había un único abrazo que se daba una sola vez. Como una única conciencia abrazándose a si misma.
Cuatro años despúes, leí en "Mi concepción del mundo", de Schrödinger, que en sus años metafísicos a él también le parecía que pudiera explicarse así.
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