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Si le hiciera un altar a la Tita Celia

  • Foto del escritor: Celia García Castilla
    Celia García Castilla
  • 15 ago 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 ago 2023

Si le hiciera un altar a la tita Celia, haría las veces de imagen una Barbie de aquellas que las señoras vestían con trajes hechos de rulitos de papel higiénico. Traería un chorro de gasolina para ponerlo en una taza a un lado de la Barbie. A sus pies esparciría una ofrenda de almendras y algunas pipas de melón, de las que quedan remolonas en la mesa de la cocina. Al otro lado de la muñeca, cada mañana serviría un pepino con sal, pelado y partido por la mitad.

Mientras pelo el pepino respiraría despacio, trenzando todos los aromas, y rezaría con los ojos cerrados:

La chata peringüela, ui ui ui

Como es tan fina, trico trico tri

Como es tan fina, lairón, lairón

Lairón lairón lairón

¡Lairón!

Se quita los colores, ui ui ui

Con gasolina, trico trico tri

Con gasolina lairón, lairón

Lairón lairón lairón

¡Lairón!

Al abrir los ojos estaría en la cochera de la tita, esperando mi turno en la partida de Yono-tengo-elculo-sucio, pero si la Mari o mi hermana sacan antes el as de oros tendrán que meter el culo en el cubo de agua fría y la cochera se inundará de risas.

Llegará la hora de comer. La tita habrá hecho lentejas y se inventará juegos de nunca acabar para llenarnos las barriguitas sin darnos cuenta de lo poco que nos gustan los potajes.

Si el trance dura bastante, luego haremos ropa para las muñecas con retales y un pegamento formulado por la Tita a partir de huevo crudo. Nos contará cuentos oscuros que renacen de fábulas y romances antiguos. Saldremos a andar con ella por el camino de Cañatalba.

Cuando esa tarde de verano con la tita se diluya en el presente, cogeré el pepino y me lo iré comiendo mientras me alejo del altar, encontrando recuerdos de sal entre los crujidos de cada bocado.

Descansa en paz tita Celia.


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