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  • Foto del escritorCelia García Castilla

DIVERTIDA ANÉCDOTA DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA


En 1868, el biólogo Thomas Henry Huxley creyó haber descubierto un microorganismo que denominó Bathybius haeckelii, una sustancia viscosa con corpúsculos en suspensión, que se originó espontáneamente en una muestra de fango del lecho marino atlántico. Era lo que él estimaba como el eslabón perdido entre la materia inorgánica y los seres vivos, es decir, el organismo más primitivo jamás existente del que evolucionaron todos los seres vivos que han poblado la tierra: el origen de la vida. El nombre con el que lo bautizó rendía homenaje a su colega, el biólogo alemán Ernst Haeckel, que, inspirado por Darwin, fue quien propuso, antes del hallazgo, la existencia de este protoplasma, antepasado común de todos los seres vivos.

No obstante, la expedición científica del Challenger (1872-1875), liderada por el científico Charles Wyville Thomson, duró tres años de concienzuda investigación de los océanos, pero no encontró ni rastro de dichos haces de vida primitiva.


Finalmente, el químico John Young Buchanan arrojaba luz sobre el equívoco e informaba a Thomson: el Bathybius haeckelii, la supuesta prueba de la generación espontánea de la vida a partir de la materia, solo se formaba en las muestras marinas preservadas en alcohol, como la analizada en su día por Huxley, y no era más que precipitados de sulfato cálcico fruto de una reacción química.


Yo que sé, no me miréis así, creo que a Punset le habría hecho gracia.

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